La madrastra sorprende con un masaje sensual, pero las cosas se calientan cuando se arrodilla. Sigue un sexo intenso, con juego anal y creampie. Un encuentro salvaje e inolvidable.
Me quedé recostado en mi habitación, disfrutando de la soledad, cuando mi madrastra entró, tenía un brillo pícaro en sus ojos, y sabía que las cosas se iban a poner salvajes.Ella se derramó su bata, dejando ver sus curvas voluptuosas, y comenzó a masajear mis hombros, sus manos se deslizaban por mis brazos, su toque enviando estremecimientos por mi columna.Mientras nos acomodamos en la cama, ella se sentó a horcajadas, su cuerpo suave pero firme se apretaba contra el mío.Podía sentir el calor que emanaba de ella, y no pude evitar excitarme.Me tomó en su mano, acariciándome con un ritmo que se acompasó con la follada de mi corazón.Luego se subió, solo para regresar con su dulce coño, listo para que me sumiera en ella.La sensación fue abrumadora, la estanqueidad de sus paredes alrededor de mí, los gemidos de placer de mi madrasa.Podría durar mucho, y solté mi carga, llenándola hasta el borde.La vista de mi semilla escurriendo por los muslos fue una vista para contemplar nuestro salvaje encuentro.