Orinando sin control, me di el placer de un masaje sensual, con las manos vagando libremente.La risa solo alimentó mi excitación, lo que llevó a un clímax explosivo.La combinación de risa y placer me dejó sin aliento.
Como terapeuta de masajes, siempre he estado ansioso por ayudar a mis clientes a relajarse y aliviar su estrés.Pero a veces, la línea entre profesional y personal se puede difuminar, llevando a algunos momentos divertidos.Esta vez, mientras ayudaba a un cliente con sus problemas de espalda, no pude evitar notar sus curvas irresistibles.La vista de su trasero perfectamente redondeado envió una ola de deseos corriéndose a través de mí, y antes de darme cuenta, mi mano había encontrado su camino debajo de la sábana.Empecé a masajear sus firmes mejillas, mis dedos bailaban sobre su piel.La ironía de la situación me golpeó, y estallé en risas.El contraste entre la seriedad del masaje y el juego travieso que estaba jugando era demasiado divertido. Mi cliente me miró, confundida y entretenida, pero continué mi pequeño juego, mi mano moviéndose en un movimiento rítmico.La habitación se llenó de risas y una sensación de excitación palpable.La vista de su risa solo avivó mi deseo, haciendo que la experiencia fuera aún más estimulante.Esta es una sesión de masaje que nunca olvidaré.